En un estudio del economista y profesor surcoreano Ha-Joon Chang, de la universidad de Cambridge, se pone en duda que el impacto económico de Internet haya sido tan importante como pensamos. Después de leer las notas de Ha-Joon, publiqué un tweet preguntando: “¿Qué es más importante para la economía mundial, Internet o la lavadora?” A día de hoy no me han dado ninguna respuesta. Imagino que, para la mayoría, es obvia: Internet. Quizás para alguno es una pregunta sin sentido o absurda. Para mí, la respuesta es “la lavadora”, pero ¿por qué?
Desde hace años se habla sobre la revolución de las tecnologías de la comunicación. Llevo escuchando más de 12 años hasta el día de hoy la famosa frase “Internet es el futuro”. No hay que negar que Internet ha cambiado profundamente la forma de vivir y pensar. Ahora dedicamos más horas de ocio a chatear con los amigos en Facebook y Skype, podemos conocer nuevas personas y cómo piensan en Twitter, jugar con alguien que está sentado a miles de kilómetros, o podemos ser más eficaces a la hora de encontrar información; y todo esto solo es una fracción entre una infinidad de ventajas. Sin embargo, en lo que respeta a procesos productivos, no está claro todavía que su efecto haya sido tan revolucionario. Hace pocos años pensábamos que internet había hecho cambiar radicalmente el funcionamiento del mundo, que sería mas fácil y barato construir nuevos negocios, que había llevado a la muerte a “la distancia” en ese mundo sin fronteras que resultó tras la irrupción de Internet. Ya no valen las viejas convenciones sobre los intereses económicos nacionales y el papel de los gobiernos, ahora el mundo es más globalizado y aquellos que no cambian a una velocidad acorde quedarán fuera del mapa. Ahora la tierra es plana.
Pero la realidad actual es todo lo contrario del concepto “mundo globalizado”. En la antigüedad estaba más globalizado que ahora: no hacían falta visados para los movimientos de personas entre reinos o imperios, el comercio era más libre que ahora, sin los obstáculos de los gobiernos o las organizaciones internacionales y, gracias a esa libertad, nacieron países como EE.UU., Canadá y Australia, entre otros. Actualmente, levantar un negocio tradicional, como una panadería, resulta menos costoso que hacerlo en Internet. Muchos de estos negocios, cuando preguntan a Google sus precios de publicidad en AdWords y cuánto dinero hay que invertir para que te conozcan, se sienten dentro de una tragedia: si no gastan grandes cantidades de dinero, serás uno más en el cementerio de Internet.
Ahora comparemos un antiguo invento de la humanidad con Internet. Elegimos como ejemplo la Lavadora, que fue el comienzo de un cambio radical en la economía y el mercado laboral, en especial el femenino, ya que las lavadoras han ahorrado mucho tiempo perdido. No es fácil encontrar datos, pero según estudios realizados a mediados de la década de los 40 por la U.S. Rural Electrification Authority, la introducción de la lavadora y la plancha eléctricas reducía en un factor próximo a 6 el tiempo necesario para lavar una carga de 17 kilos, de 4 horas a 41 minutos. Por otro lado, gracias al agua corriente, necesaria para que funcionen las lavadoras, las mujeres no tienen que invertir tiempo yendo a buscar agua en una tarea que en algunos países ocupa hasta dos horas al día. En la década de 1870, casi el 40% de las empleadas trabajaban como empleadas de hogar; con la llegada de la lavadora, muchas tuvieron que cambiar a trabajos hasta entonces solo de hombres, como trabajar en fábricas. De esta forma, con la participación femenina en el mercado laboral se ha elevado el estatus de la mujer en casa y en la sociedad, al mismo tiempo que ha ido aumentando la inversión en la educación femenina, lo cual lleva la participación de la mujer en el mercado laboral a niveles más elevados y les permite tener más independencia en casa.
Por suerte, tengo las dos experiencias importantes de nacer en África, sin agua corriente ni lavadora, y vivir de cerca el nacimiento de Internet, que hoy me permite ganarme la vida. No me olvido de mi infancia, de ver el sufrimiento de mi madre andando cada día con mi hermana muchos kilómetros hasta el Nilo para llenar sus cántaros y después pasarse horas lavando y lavando. A lo largo de los años, con la llegada del agua corriente y la electricidad a mi pueblo, en Nubia, y después de tener lavadora en casa, he presenciado el cambio que este electrodoméstico produjo en la vida de mi hermana, pues le permitió seguir estudiando en lugar de tener la mala suerte de mi madre. Ahora, con Internet, no veo un cambio equivalente en los amigos, solo en pocos, quizas tenemos que esperar muchos años para ver el cambio.
Como dice Robert Solow: “Las pruebas están en todas partes, menos en los números”.
Foto: globalpost.com